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Cuando llega el verano, todos queremos lucir palmito en la playa o en la piscina o en Instagram, encogiendo tripa y buscando desesperadamente ideas para fotografias. Para eso, algunas personas optan por dietas arriesgadas que pueden afectar su salud. En vez de ello, el verano puede ser una estación para cambiar o corregir algunos hábitos con el fin de mantener un estilo de vida más saludable.
En lugar de obligar a nuestro organismo a sufrir las consecuencias de comer mal y a deshoras, los expertos recomiendan que lo ideal sería aprender a alimentarse de manera saludable. Durante el verano, es necesario consumir alimentos o comidas de fácil digestión. Por ello, se recomiendan las ensaladas y las frutas, ya que no solo refrescan sino que también aportan muchas vitaminas.
En el caso de que uno sienta hambre entre comidas, lo más recomendable es consumir frutas o yogures para reducir la sensación de hambre. Pero la digestión no es el único motivo por el cual se debe prescindir de ciertas comidas. Se debe tener en cuenta que el calor acelera la descomposición de algunos productos. Por ello, sobre todo cuando se come fuera de casa, se debe tener especial cuidado con el huevo o los pescados, por ejemplo.
La elevada temperatura también puede generar la deshidratación del organismo. Por ello, no debemos olvidarnos de beber agua frecuentemente aunque no se tenga sed. Si bien el agua es la bebida más recomendable, también podría remplazarse por infusiones, zumos de fruta o leche sin lactosa. Lo importante es que estas bebidas deben hidratar al organismo y no producir digestiones pesadas.
Durante el verano también se debe realizar actividad física. Pero se debe tener especial cuidado en que ésta se realice en los momentos en los que el sol no es tan intenso. Esto puede ser, por ejemplo, muy temprano en la mañana, o durante el atardecer. Asimismo, siempre que uno se encuentre expuesto al sol deberá llevar gafas de sol y protector solar de índice elevado.
La higiene también es un tema importante durante el verano. La piel seca, producto de la exposición al sol, es más vulnerable a las infecciones, hongos o alergias. Se debe tener especial cuidado con ello, secando bien la piel tras el baño y aplicando lociones hidratantes.
Las personas más vulnerables al calor son los niños, hasta los 4 años, y los adultos mayores. Por tanto, ellos deberían tomar muy en cuenta estas recomendaciones. Sin embargo, estos riesgos están latentes para todos. Por eso es importante corregir ciertos hábitos y empezar a vivir una vida más saludable.