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Probablemente no sea la primera vez que escuches hablar de este alimento que llegó hace unos años para quedarse. Si todavía andas dudando de si es para ti, puede que descubrir las propiedades y beneficios del kéfir incline la balanza.
No, no es un yogur. Tampoco queso fresco ni cremoso, pero si te apetece introducir alguna novedad en tu dieta, las propiedades del kéfir lo convierten en el candidato ideal. ¿Sabías que su nombre viene de kief, que significa “bendición” en turco? No es casualidad, ya que además de estar rico, es un excelente probiótico que facilita la digestión, refuerza las defensas y ¡ojo! es apto para intolerantes a la lactosa, salvo excepciones con mucha sensibilidad. Si tienes dudas, busca el kéfir natural sin azúcar añadido de Kaiku Sin Lactosa en tu supermercado habitual.
Al kéfir se le conoce también como yogur búlgaro y es un producto lácteo parecido al yogur líquido que se obtiene a partir de leche fermentada por levaduras y bacterias. El resultado de ese proceso son unos granos o nódulos de kéfir donde viven microorganismos beneficiosos para nuestra flora intestinal.
Así dicho no parece muy atractivo, pero en el camino, la lactosa de la leche se transforma en ácido láctico, lo que convierte a este producto en apto para algunas personas sensibles a la lactosa. Además, en el kéfir vive una masa biótica que combina bacterias probióticas, levaduras, lípidos, proteínas… Un ecosistema muy bueno para el aparato digestivo.
El más extendido es el kéfir de leche, uno de los lácteos más antiguos de los que se tiene constancia. Este primo lejano del yogur procedente del Cáucaso se consumía ya hace miles de años. A él se le atribuían virtudes mágicas y según cuenta la Wikipedia, se castigaba con pena de muerte a quien revelase el secreto del kéfir a otras tribus. El kéfir también aparece mencionado en los escritos del explorador y comerciante Marco Polo y en el siglo XIX fue utilizado como remedio contra la tuberculosis.
Esto igual no lo sabías, pero puede que sí hayas escuchado hablar de otros tipos además del kéfir de leche, como son el kéfir de agua o el kéfir de té. Estas alternativas, algo menos frecuentes, permiten disfrutar de este alimento saludable a personas veganas o si tienes una alta intolerancia a la lactosa, por ejemplo.
Como mencionábamos entre las propiedades y beneficios del kéfir, no solo está repleto de bacterias beneficiosas, sino que además es rico en calcio, proteínas y vitaminas del grupo b.
Si el kéfir ha llegado hasta aquí es gracias a sus propiedades y beneficios. Diferentes estudios los refrendan. ¿Los más conocidos? La mejora de la digestión y de la tolerancia a la lactosa, el efecto antibacteriano, el control de la glucosa y su efecto contra la hipertensión. Te los contamos todos:
Cuando tu intestino está fuera de control, puede enviar señales a través de la piel y el cabello. Estos interrumpen su equilibrio natural y aparecen todo tipo de problemas como el acné, la psoriasis, las erupciones y el eczema en primer lugar, y la falta de brillo o la caída en el caso del pelo.
Este producto se lleva utilizando siglos como cura capacidad para mejorar la cicatrización de heridas y el tejido conectivo. El kéfir ayuda a que las bacterias buenas respondan y respalda la salud de su órgano más grande, la piel. Además, no solo ayuda con los problemas sistémicos, sino que el kéfir también contribuye a recuperar la piel en daños puntuales como quemaduras y erupciones.
En primer lugar, debes distinguir entre el kéfir que compras y el kéfir casero. Lo más importante antes de lanzarte a probarlo es evaluar tu caso en función del nivel de intolerancia. Para ir sobre seguro, idealmente haz la prueba con un producto certificado apto para intolerantes como el yogur líquido kéfir de Kaiku Sin Lactosa, natural.