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Por las mañanas siempre vamos con prisas. Nos levantamos con el tiempo justo para prepararnos y llegar a la oficina y muchas personas sacrifican un desayuno energético por pasar cinco o diez minutos más en la cama, tomando tan sólo un café antes de salir de casa. Incluso en ocasiones, acuden al puesto de trabajo sin haber tomado nada desde la noche anterior.
La costumbre que muchos tienen de saltarse el desayuno es un mal hábito que influye negativamente en la salud a corto y medio plazo. El cuerpo humano necesita nutrientes para funcionar y no ingerir las cantidades suficientes a la hora del desayuno provoca que el rendimiento físico e intelectual sea menor.
Además de provocar que no estemos al 100% de nuestras capacidades por la mañana, no desayunar puede tener una influencia directa sobre las posibilidades de padecer una enfermedad cardiaca. Según un estudio llevado a cabo por la American Hearth Association durante 16 en en casi 27.000 hombres, aquellos que aseguraban que frecuentemente no desayunaban presentaban mayores índices de ataques al corazón o enfermedades coronarias.
Para asegurarse que un desayuno aporta al organismo las cantidades y proporciones adecuadas de nutrientes, éste debe estar compuesto de alimentos saludables ricos en proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Lácteos, frutos secos, cereales y frutas son elementos que no pueden faltar para empezar el día con buen pie con toda la energía que hace falta para desarrollar nuestra actividad cotidiana y sin comprometer nuestra salud a largo plazo.
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